lunes, 28 de enero de 2013

Calor Líquido



Le imagino entrando en la habitación, con paso firme y confiado, exudando poder… me acerco para saludarle, pero el trae otra cosa en mente y  sin mediar palabra me cruza la cara de una cachetada, el fuego se derrama en mis ojos, un rubor acalorado sube por mi cuello hasta mi rostro que refleja el placer que me ha  provocado su castigo, me golpea nuevamente, siento  su  poderosa mano bajando hasta mi rostro, con cada golpe me electriza la piel, el deseo se vuelve liquido entre mis piernas  mientras el continua cacheteándome,  no para… no me da respiro, siento como sus golpes se vuelven cada vez más poderosos. Continua por algunos instantes  golpeando mi rostro, para luego continuar bajando por mi  cuerpo, el calor hormiguea bajo mi piel, y la excitación se extiende violentamente entre mis piernas.   Con cada azote que se suma a mi tormento me lleva más profundo a un torbellino de emociones en los cuales soy incapaz de distinguir entre el placer y el dolor.

Se toma un momento para observarme, no dice nada pero puedo ver su excitación, su deseo me enciende aún más, me jala del cabello y me empuja con fuerza contra la pared, se toma su tiempo para azotar mi trasero, alternado los golpes entre los muslos y las nalgas, siento como se calientan, debo morder mis labios para evitar gritar mientras la sensación de escozor crece y se acentúa, una de sus manos se desliza desde mis nalgas hasta mi ansiosa vagina, un gemido de placer se me escapa cuando el desliza dos de sus largos dedos en mi interior y un grito agónico sale de mi garganta cuando siento como su otra mano azota pesadamente mis erectos y muy sensibles pezones.

Siento el cierre de sus pantalones deslizarse, y segundos más tarde  noto como sus manos abren mis nalgas enrojecidas por los azotes  y acto seguido  su  verga se abre paso con apabullante fuerza en los fruncidos pliegues de mi virgen  ano,  me embiste y  viola sin piedad, mis gemidos se son ahora una mezcla  de dolor y placer , me siento partida en dos, grito,  más bien chillo mientras se retira hasta el anillo de músculos y luego vuelve a embestir con mayor violencia, la fricción me hace jadear, mientras el jala mi cabeza hacia atrás y me obliga a aceptarle completamente en mi interior, no existe nada que se le compare a la emoción que siento mientras me parte en dos y castiga mi cuerpo.

Se sin embargo en lo profundo de mi interior que volvería a hacerlo nuevamente, soy suya y esa certeza me hace sentir viva.

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