Al subir al ascenso puedo sentir
como mi Señor está cerca, la pequeña bala que me ha ordenado usar ha comenzado
a vibrar justo en el instante en que presione el piso al cual debo dirigirme.
Hoy mi Señor llamo, deseo jugar
contigo, dijo… te vistes sexy… falda, blusa, medias liga y tacones, usa la bala
que te compre, a las tres en mi oficina, no lo olvides putita, esas fueron sus
indicaciones.
El ascensor se hace pequeño, el
calor me inunda, no solo pone color a mis mejillas, sino también arde en la
profundidad de mis entrañas, cuanto lo deseo y cuan feliz soy de ser su
juguete, intento mantenerme quieta, para
distraerme miro disimuladamente a mi alrededor. No voy sola en el ascensor, una
chica, un señor que me mira constantemente y una señora de la limpieza van
también. Por fin el piso de la oficina
de mi Señor, la bala no se detiene, caminar por los pasillos saludando y
disimulando se me hace eterno, deseo llegar pronto.
Toco a su puerta, escucho su voz
suave pero profunda, allí está sentado detrás de su escritorio concentrado
leyendo unos papeles, en su mano izquierda el control de la balita que llevo en
mi vagina.
-
Pon el cerrojo.
Una vez cerrada la puerta sin
decir palabra, me arrodillo frente a su escritorio, la balita no deja de
vibrar, estoy muy cerca del orgasmo.
-
mirada al
piso, piernas abiertas putita
De pronto la vibración cesa... sin
poder contenerme un gemido de decepción se escapa de mi boca:
-
uuuyyy.
-
En cuatro, ahora mismo!
Se acerca levanta mi falda y me
nalguea con dureza, uno, dos, tres, ooohhh¡¡ cuatro, cinco, seis… y continua,
pierdo la cuenta entre el dolor y el placer.
-
Sabes porque estoy castigándote?
-
Si mi Señor, lo lamento muchísimo.
-
Sentirlo no cambia el hecho de que hablaste.
No hable, solo gemí, pero eso ya
es una falta para mi Señor, mi culo arde y pica por las nalgadas, mi ropa
interior, mojada por el deseo que me abraza, sus dedos hurgan entre mis
pliegues…
Es tan absolutamente placentero
sentir el roce delicado y firme de su mano, apréto los dientes rogando por no
gemir, por no emitir ni el menor de los ruidos.
-
Muy bien, así está mejor putita.
Acto seguido acaricia mi cabeza,
para jalar con fuerza de mi cabello, me atrae hasta colocarme frente a él, no
tiene que decir nada más… acerco suavemente mis manos hasta abrir el cierre de
su pantalón, quito con delicadeza la
ropa interior, cruzo mis manos en la espalda y comienzo sutilmente a lamer primero el glande concentrándome en otorgarle
el mayor placer posible enroscando la lengua alrededor, acariciando y besando
suavemente , posteriormente sigo el rastro de las venas que se hinchan a medida
que su miembro comienza a inflamarse con
mis atenciones, lamo su pene desde la base hasta el glande, pasando por el
frenillo, ahí me dedico a chupar y succionar, para luego volver al glande
mordisqueando y lamiendo con la punta de
la lengua, trazando pequeños círculos.
Levanto sigilosamente mi mirada hasta chocar con la suya, él me mira fijo y yo
sonrió descaradamente mientras abro mi boca para albergar su miembro por
completo.
No tengo permitido usar mis manos
para darle placer, así que me esfuerzo en chupar y lamer, hasta que el decide
actuar, aferrando mi cabello me atrae y me penetra profundamente la boca,
siento como su miembro choca contra las paredes de mi garganta, me siento algo
ahogada, pero continuo succionando y luchando por respirar, la excitación entre
mis piernas es evidente, estoy tan mojada que la pequeña balita se ha resbalado
y mis fluidos corren entre mis muslos, mientras el continua sus embestidas
controladas pero poderosas. De pronto se detiene, me ayuda a levantarme, me
mira y sin decir palabra comienza a ordenar mi cabello, luego dedica su tiempo
para ordenar mi ropa, mientras yo lo miro aturdida, pero sin decir palabra.
-
Son las tres cuarenta, en cinco minutos más
vendrá la secretaria para entregarme unos documentos y tomar nota de algunas
cosas que se deben realizar, te sentaras en ese sillón que esta frente a mi
escritorio y me observaras, no debes perder contacto visual conmigo, si lo
haces te debes ir. Entendido?
-
Sí Señor, entendido.
-
Perfecto.
Ordena su ropa, quita el cerrojo
a la puerta, me besa en los labios, un beso dulce y profundo, acaricia mi rostro, me giña el ojo y se
sienta en su escritorio.
-
Ponte bien la bala y abre ligeramente las
piernas.
-
Sí Señor.
Presurosa realizo lo que me ha
ordenado, en ese instante se escucha a la secretaria tocar a la puerta, él la
recibe y le indica que yo estaré presente, en ningún momento nos presenta pero
la secretaria me sonríe y toma asiento. Comienza a conversar sobre los
documentos y mi Señor me mira de vez en cuando, fiel a su orden yo no he dejado
de mirarlo, y de pronto mientras dicta algún documento a la secretaria la bala
comienza a vibrar, me toma por sorpresa y me agito, pero guardo como mejor
puedo la compostura, él sonríe ligeramente y continua su trabajo, mientras yo
al borde del orgasmo no quito mis ojos de encima.
Pasados unos diez minutos que para
mí han sido una eternidad, con la constante vibración, el me mira por encima de
la secretaria y me sonríe.
-
Pobrecilla mi nena, estas muy aburrida?
-
No, claro que no.
-
Perfecto.
El vuelve a enfocar su mirada en
la secretaria y continúan su trabajo, de pronto el sonido de mi teléfono llama
mi atención, él me giña el ojo y mira hacia mi cartera, yo titubeante la tomo y
saco mi celular.
-
Acaba para mí putita, ahora mismo!
Lo miro anonadada, casi al borde
de un colapso, sonríe abiertamente,
ambos sabemos que cada vez que tengo un orgasmo chillo, gimo y casi grito de
placer, pero deberé controlarme, la
vibración se hace más intensa y me aferro con fuerzas al sillón, estoy sudando
y mis uñas se marcan allí donde me aferro.
Lo miro, suplicando que se detenga
pero el simplemente me ignora, otra vez vuelve a sonar el celular.
-
Dije ahora putita, no me hagas enojar… ahora!
Casi sin poder respirar, me
entrego al placer, casi cierro los ojos pero recuerdo que no debo hacerlo, lo
observo mientras me convulsiono en ese sillón sin poder emitir ni el menor
ruido.
-
Por ahora hemos terminado, vuelve más tarde por
favor.
La secretaria se levante me
observa y se retira, cerrando la puerta al salir, mi Señor se levanta de su
escritorio, coloca cerrojo y acto seguido, se acerca a mí que aún estoy
convulsionando por el orgasmo, abre su pantalón y me penetra nuevamente la
boca, siento el sabor del líquido pre seminal, él está tan excitado como yo con
el juego.
Luego de unas embestidas, me pide
que me quite la bala y los colaless que para ese instante están tan mojados que
ni yo me reconozco…
-
Date la vuelta y apóyate en el sillón, abre las
piernas para mi puta.
No necesito que diga nada más, él
levanta mi falda y sin ningún preámbulo
me penetra con fuerza brutal, se siente como el paraíso, sus embestidas
salvajes y duras me vuelven loca… siento sus manos en mi cuello, y me descontrolo
por completo.
-
Si Así, perra, gime para mí!
Mis gemidos salen entrecortados
ya que sus manos en mi cuello, no permiten el paso del aire, me dice toda clase
de palabras obscenas que lo único que hacen es aumentar mi excitación, estoy al
borde del orgasmo, pero no puedo correrme si no es mi Señor quien da la orden,
él sigue embistiendo, de pronto siento su semen inundando mi canal. Se retira
de mi interior sin dejarme acabar, lo miro suplicante al borde del llanto.
-
Lo deseas, antes cuando te lo ordene no lo
quisiste, ahora no lo obtendrás!
-
Mi Señor, se lo ruego, por favor lo necesito,
por favor se lo suplico, por favor por favor.
Lloro desesperada cada vez más
excitada, caliente, él me empuja para dejarme apoyada nuevamente en el sillón, se quita el cinturón y comienza a azotar mis nalgas, mi culo
y mi vagina, azota suave y dolorosamente mi clítoris.
-
Acaba perra, quiero que lo hagas ahora mismo!
Los azotes se intensifican de la
misma forma en que se intensifica mi excitación, comienzo a gemir y el entre
azotes acaricia y pellizca mi inflamado clítoris, lloro de placer, estoy más allá del dolor, e
deseo y placer que se desbordan y explotan conduciéndome al más puro y
maravilloso orgasmo. No siento mis piernas y me desplomo, mi Señor me toma en
sus brazos, me acaricia y conforta
durante algunos instantes, me sonríe, puedo ver en su mirada que por hoy he sido
toda una sumisa y que lo he complacido.
Ordeno mis ropas y le sonrío,
satisfecha y feliz… él se dirige a su escritorio, de allí saca un nuevo
juguete, me mira burlonamente, me giña el ojo y me lo entrega, coloca su mano en mi espalda y me acompaña
hasta el ascensor… me besa castamente los labios y se va.
Mientras bajo, el celular vuelve
a sonar.
-
Buscaremos una nueva instancia para estrenar
nuestra nueva adquisición putita..