martes, 26 de marzo de 2013

Juegos de Oficina



Al subir al ascenso puedo sentir como mi Señor está cerca, la pequeña bala que me ha ordenado usar ha comenzado a vibrar justo en el instante en que presione el piso al cual debo dirigirme.
Hoy mi Señor llamo, deseo jugar contigo, dijo… te vistes sexy… falda, blusa, medias liga y tacones, usa la bala que te compre, a las tres en mi oficina, no lo olvides putita, esas fueron sus indicaciones.
El ascensor se hace pequeño, el calor me inunda, no solo pone color a mis mejillas, sino también arde en la profundidad de mis entrañas, cuanto lo deseo y cuan feliz soy de ser su juguete, intento mantenerme quieta,  para distraerme miro disimuladamente a mi alrededor. No voy sola en el ascensor, una chica, un señor que me mira constantemente y una señora de la limpieza van también.  Por fin el piso de la oficina de mi Señor, la bala no se detiene, caminar por los pasillos saludando y disimulando se me hace eterno, deseo llegar pronto.
Toco a su puerta, escucho su voz suave pero profunda, allí está sentado detrás de su escritorio concentrado leyendo unos papeles, en su mano izquierda el control de la balita que llevo en mi vagina.
-          Pon el cerrojo.
Una vez cerrada la puerta sin decir palabra, me arrodillo frente a su escritorio, la balita no deja de vibrar, estoy muy cerca del orgasmo.
-           mirada al piso, piernas abiertas putita
De pronto la vibración cesa... sin poder contenerme un gemido de decepción se escapa de mi boca:
-          uuuyyy.
-          En cuatro, ahora mismo!
Se acerca levanta mi falda y me nalguea con dureza, uno, dos, tres, ooohhh¡¡ cuatro, cinco, seis… y continua, pierdo la cuenta entre el dolor y el placer.
-          Sabes porque estoy castigándote?
-          Si mi Señor, lo lamento muchísimo.
-          Sentirlo no cambia el hecho de que hablaste.
No hable, solo gemí, pero eso ya es una falta para mi Señor, mi culo arde y pica por las nalgadas, mi ropa interior, mojada por el deseo que me abraza, sus dedos hurgan entre mis pliegues…
Es tan absolutamente placentero sentir el roce delicado y firme de su mano, apréto los dientes rogando por no gemir, por no emitir ni el menor de los ruidos.
-          Muy bien, así está mejor putita.
Acto seguido acaricia mi cabeza, para jalar con fuerza de mi cabello, me atrae hasta colocarme frente a él, no tiene que decir nada más… acerco suavemente mis manos hasta abrir el cierre de su pantalón,  quito con delicadeza la ropa interior, cruzo mis manos en la espalda y comienzo sutilmente a lamer  primero el glande concentrándome en otorgarle el mayor placer posible enroscando la lengua alrededor, acariciando y besando suavemente , posteriormente sigo el rastro de las venas que se hinchan a medida que su miembro comienza a inflamarse  con mis atenciones, lamo su pene desde la base hasta el glande, pasando por el frenillo, ahí me dedico a chupar y succionar, para luego volver al glande mordisqueando  y lamiendo con la punta de la lengua,  trazando pequeños círculos. Levanto sigilosamente mi mirada hasta chocar con la suya, él me mira fijo y yo sonrió descaradamente mientras abro mi boca para albergar su miembro por completo.
No tengo permitido usar mis manos para darle placer, así que me esfuerzo en chupar y lamer, hasta que el decide actuar, aferrando mi cabello me atrae y me penetra profundamente la boca, siento como su miembro choca contra las paredes de mi garganta, me siento algo ahogada, pero continuo succionando y luchando por respirar, la excitación entre mis piernas es evidente, estoy tan mojada que la pequeña balita se ha resbalado y mis fluidos corren entre mis muslos, mientras el continua sus embestidas controladas pero poderosas. De pronto se detiene, me ayuda a levantarme, me mira y sin decir palabra comienza a ordenar mi cabello, luego dedica su tiempo para ordenar mi ropa, mientras yo lo miro aturdida, pero sin decir palabra.
-          Son las tres cuarenta, en cinco minutos más vendrá la secretaria para entregarme unos documentos y tomar nota de algunas cosas que se deben realizar, te sentaras en ese sillón que esta frente a mi escritorio y me observaras, no debes perder contacto visual conmigo, si lo haces te debes ir. Entendido?
-          Sí Señor, entendido.
-          Perfecto.
Ordena su ropa, quita el cerrojo a la puerta, me besa en los labios, un beso dulce y profundo,  acaricia mi rostro, me giña el ojo y se sienta en su escritorio.
-          Ponte bien la bala y abre ligeramente las piernas.
-          Sí Señor.
Presurosa realizo lo que me ha ordenado, en ese instante se escucha a la secretaria tocar a la puerta, él la recibe y le indica que yo estaré presente, en ningún momento nos presenta pero la secretaria me sonríe y toma asiento. Comienza a conversar sobre los documentos y mi Señor me mira de vez en cuando, fiel a su orden yo no he dejado de mirarlo, y de pronto mientras dicta algún documento a la secretaria la bala comienza a vibrar, me toma por sorpresa y me agito, pero guardo como mejor puedo la compostura, él sonríe ligeramente y continua su trabajo, mientras yo al borde del orgasmo no quito mis ojos de encima.
Pasados unos diez minutos que para mí han sido una eternidad, con la constante vibración, el me mira por encima de la secretaria y me sonríe.
-          Pobrecilla mi nena, estas muy aburrida?
-          No, claro que no.
-          Perfecto.
El vuelve a enfocar su mirada en la secretaria y continúan su trabajo, de pronto el sonido de mi teléfono llama mi atención, él me giña el ojo y mira hacia mi cartera, yo titubeante la tomo y saco mi celular.
-          Acaba para mí putita, ahora mismo!
Lo miro anonadada, casi al borde de un colapso,  sonríe abiertamente, ambos sabemos que cada vez que tengo un orgasmo chillo, gimo y casi grito de placer, pero deberé controlarme,  la vibración se hace más intensa y me aferro con fuerzas al sillón, estoy sudando y mis uñas se marcan allí donde me aferro.
Lo miro, suplicando que se detenga pero el simplemente me ignora, otra vez vuelve a sonar el celular.
-          Dije ahora putita, no me hagas enojar… ahora!
Casi sin poder respirar, me entrego al placer, casi cierro los ojos pero recuerdo que no debo hacerlo, lo observo mientras me convulsiono en ese sillón sin poder emitir ni el menor ruido.
-          Por ahora hemos terminado, vuelve más tarde por favor.
La secretaria se levante me observa y se retira, cerrando la puerta al salir, mi Señor se levanta de su escritorio, coloca cerrojo y acto seguido, se acerca a mí que aún estoy convulsionando por el orgasmo, abre su pantalón y me penetra nuevamente la boca, siento el sabor del líquido pre seminal, él está tan excitado como yo con el juego.
Luego de unas embestidas, me pide que me quite la bala y los colaless que para ese instante están tan mojados que ni yo me reconozco…
-          Date la vuelta y apóyate en el sillón, abre las piernas para mi puta.
No necesito que diga nada más, él  levanta mi falda y sin ningún preámbulo me penetra con fuerza brutal, se siente como el paraíso, sus embestidas salvajes y duras me vuelven loca… siento sus manos en mi cuello, y me descontrolo por completo.
-          Si Así, perra, gime para mí!
Mis gemidos salen entrecortados ya que sus manos en mi cuello, no permiten el paso del aire, me dice toda clase de palabras obscenas que lo único que hacen es aumentar mi excitación, estoy al borde del orgasmo, pero no puedo correrme si no es mi Señor quien da la orden, él sigue embistiendo, de pronto siento su semen inundando mi canal. Se retira de mi interior sin dejarme acabar, lo miro suplicante al borde del llanto.
-          Lo deseas, antes cuando te lo ordene no lo quisiste, ahora no lo obtendrás!
-          Mi Señor, se lo ruego, por favor lo necesito, por favor se lo suplico, por favor por favor.
Lloro desesperada cada vez más excitada, caliente, él me empuja para dejarme apoyada nuevamente en el sillón, se quita el cinturón y comienza a azotar mis nalgas, mi culo y mi vagina, azota suave y dolorosamente mi clítoris.
-          Acaba perra, quiero que lo hagas ahora mismo!
Los azotes se intensifican de la misma forma en que se intensifica mi excitación, comienzo a gemir y el entre azotes acaricia y pellizca mi inflamado clítoris,  lloro de placer, estoy más allá del dolor, e deseo y placer que se desbordan y explotan conduciéndome al más puro y maravilloso orgasmo. No siento mis piernas y me desplomo, mi Señor me toma en sus brazos,  me acaricia y conforta durante algunos instantes, me sonríe,  puedo ver en su mirada que por hoy he sido toda una sumisa y que lo he complacido.
Ordeno mis ropas y le sonrío, satisfecha y feliz… él se dirige a su escritorio, de allí saca un nuevo juguete, me mira burlonamente, me giña el ojo y me lo entrega,  coloca su mano en mi espalda y me acompaña hasta el ascensor… me besa castamente los labios y se va.
Mientras bajo, el celular vuelve a sonar.
-           Buscaremos una nueva instancia para estrenar nuestra nueva adquisición  putita..

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